“Unir cuerpo y alma en un conjunto del que no puedan disociarse.

Equilibrar el chi hasta hacerlo tan flexible como el de un recién nacido.”

Lao-tzé

Cuando comenzamos a transitar esta vía debemos saber  que muchas cosas habrán de cambiar en nuestras vidas para siempre, porque abrazar un arte marcial interno como lo es el Tai Chi Chuan significa adentrarse en una disciplina ancestral integrativa la cual, actuando la precitada sentencia del maestro Lao-tzé, propende y se orienta a la re-unión de lo disperso, a la comunión de lo que se había des-integrado, a la comprensión de lo que somos: uno con el Universo.

El Tai Chi Chuan encuentra su base de sustentación en la dinámica de la cosmología taoísta, constituyendo junto con el Chi kung el aspecto cinético de esta doctrina, y asentándose sobre sobre una matriz macrocosmos-microcosmos basada en la llamada tríada extremo oriental Cielo-Ser Humano-Tierra.

El Cielo es la fuente del espíritu primordial y de la conciencia universal, es el eterno poder, infinito e inmutable. La Tierra es el mundo material, es la fuente de las fuerzas naturales que regulan nuestro cuerpo, expresa su poder en la vida humana en los instintos básicos de supervivencia y en los impulsos primarios. El ser humano es el puente entre el Cielo y la Tierra, participa de esa doble naturaleza material-espiritual.

“Más que una gota en el océano
somos el océano que está en la gota”.

Así el concepto la Unidad deviene fundamental en su comprensión más cabal y profunda, porque para el taoísmo todos formamos parte de la naturaleza y hemos nacido de la energía de la Tierra y de los astros y los elementos, en definitiva participamos de la vida infinita del universo formando un solo cuerpo cósmico, sin embargo, por alguna razón lo hemos olvidado.

Recordemos aquí las categorías del yin y del  yang, cuya representación simbólica es un círculo particionado en dos grandes zonas -una blanca y otra negra-  donde ambas están separadas por una línea sinuosa lo que permite que cada una se adentre en la otra evidenciando sus naturalezas complementarias,  pero además cada una contiene a la otra en un círculo más pequeño. Yang es lo que procede del Cielo y yin lo que procede de la Tierra, a partir de allí se articula este complementarismo en todos los ámbitos de lo manifestado, en un entramado de complejidad progresiva, expresada como  lo expansivo y lo compresivo, lo positivo y lo negativo, lo luminoso y lo oscuro, lo lleno y lo vacío. Son opuestos complementarios y no puede existir uno sin el otro.

Como reflejo de esa imagen los seres humanos somos un microcosmos pero contenemos latente el espíritu del macrocosmos sobre el que operan las leyes eternas que rigen el espacio-tiempo. Con esas leyes es necesario ordenarse y tomar conciencia de nuestra propia esencia, ya que como individuos  más que una gota en el océano somos el océano que está en la gota

El Tai Chi Chuan habrá de operar entonces doblemente; por una parte en conexión con nosotros mismos en la interacción cuerpo-mente, pero también en conexión con el orden divino del mundo.

Pero también, y tal vez sea éste el aspecto de mayor  relevancia,  el principio universal de correspondencia opera siempre en paralelo y a medida que el cuerpo físico a través de la práctica se torna más flexible, el carácter del practicante también va reflejando tales cambios; a medida que los movimientos adquieren mayor plasticidad, también los pensamientos se imbuyen de esa naturaleza plástica, según unos de los principios del Tai Chi Chuan “flojo y sostenido” que finalmente se revela como una regla de vida: la rigidez lleva a la fractura pero la inconsistencia conduce a la disolución.  Sostener el esfuerzo en fluidez y perseverancia es condición necesaria para todo logro, porque la montaña es tan firme que el viento no la derriba,  pero tan blanda que permite que el viento la rodee y siga su camino.

Con referencia al segundo aspecto mencionado más arriba, la práctica del Tai Chi Chuan también abre y dinamiza canales sutiles facilitando la conexión con el Universo, porque además de operar en el plano físico  la práctica comporta en sí misma una meditación en movimiento. Si volvemos a las categorías yin y yang, la primera de ellas tiene la naturaleza de la Tierra, la segunda la del Cielo y entre ambos se ubica el ser humano como vimos. En esta concepción, actuamos esa conexión simbolizada perfectamente por el árbol que tiene sus raíces bajo la tierra, el tronco sobre la tierra y su copa florecida en el cielo. Es recurrente la identificación con el árbol, el cual se conduce desde el mundo subterráneo hasta el cielo participando de las tres naturalezas, el inframundo, la tierra y el éter.   Sobre todo no ya con el símbolo que lo representa sino también con el árbol como ser vivo y portador de conciencia. Esa apertura es posible porque la disciplina que se practica responde a un saber milenario sustentado en un principio universal.

 

El camino del Tai Chi Chuan es un camino interior

El Tai Chi Chuan permite descodificar ciertos patrones del pensamiento, temores y apegos que se reflejan en lo corporal, a través de  dolores y limitaciones. La verdadera limitante está en la mente que a veces opera como obstáculo empañando o entorpeciendo los verdaderos anhelos que nos animan. El verdadero artista marcial, el guerrero,  es  aquél que lucha contra los vicios e infatuaciones de su propio ego, ya se ha dicho que mientras los enemigos internos no sean vencidos los enemigos externos retornarán siempre.

Unas de las prácticas más bellas del Tai chi chuan es la realización de las formas que consisten en una arquitectura de movimientos engarzados como las cuentas de un collar que componen una unidad de sentido y de bellezaLa totalidad de la forma constituye a la vez factura y ejecución de un símbolo entendiendo al símbolo como el soporte que facilita la comprensión de lo inefable pues suscita su manifestación en el ser humano y vehiculiza la aprehensión de lo representado. En este orden de ideas, el Tai Chi Chuan es también un camino de rito y símbolo, donde el primero no es sino la representación actuada del segundo.

Recordemos que para el Taoísmo, en el estado primordial existía  el vacío sin forma y sin tiempo, los taoístas lo denominaron el wu-chi que significa la nada absoluta.  Luego éste se manifiesta por un impulso que organiza como polaridad primordial, el yin-yang que da lugar a todo lo manifestado.

Así, las formas observan la siguiente secuencia: comienzan en estado de quietud, –wu-chi, sin forma-, que representa la quietud principial del universo, el estado indiferenciado del Origen sin dualidad ni movimiento.  Por medio del sonido, -una palabra del maestro-, esa no-forma  se pone en movimiento y se convierte en forma, porque al mover una extremidad del cuerpo comienza a operar el vacío-lleno.  En el momento que pasamos el peso de una pierna a la otra una se vacía y la otra se llena, o sea el yin-yang y esto es lo que genera el flujo de energía. En el caso de los brazos significa que uno de ellos está al frente en descarga o empuje y el otro está en bloqueo, otra vez yin-yang.

De este modo las formas recapitulan la cosmogonía: desde el no-ser hacia el despliegue de belleza de lo manifestado, para luego recogerse y volver al estado inicial.  El universo, como nuestro corazón,  se expande y se repliega en diástole y sístole, tal es la dinámica de las formas y recorrer ese camino permite adentrarnos en los repliegues de nuestra conciencia, permite vislumbrar lo que de otro modo tal vez no habríamos advertido.

El percibir la forma como un símbolo actuado permite tomar conciencia de la alineación del propio ser individual con el Ser universal y de la participación de todos los seres de esa misma palpitante vida infinita, porque es esa experiencia simbólica la que conecta el plano empírico con el metafísico.

El verdadero artista marcial, el guerrero, es aquél que lucha contra los vicios e infatuaciones de su propio ego. 

Pero además de ser en sí una representación simbólica, la forma contiene en su interior otros símbolos representados en una lógica de cajas chinas. Tal como el universo que contiene ciclos dentro de ciclos, cada movimiento corporal de brazos, torso o piernas, constituye en sí mismo un símbolo y un signo que alude al lenguaje de la gestualidad corporal como facilitador de la regulación de corrientes bio-energéticas y comporta una finalidad particular; del mismo modo, en su interior cada posición de las manos o pies conlleva también un contenido conceptual.  De este modo determinado movimiento tiene una finalidad sensible es decir que opera en el plano  físico,  por ejemplo, desenroscar los tendones dará mayor flexibilidad performativa al cuerpo, pero tendrá además otra finalidad en el plano sutil: facilitar la circulación del chi interno y la apertura de canales sutiles que permitirán canalizar el  chi de la Tierra y el chi  del Cielo.

La práctica del Tai Chi Chuan conlleva un contacto íntimo con lo manifestado y permite ver las propias inadecuaciones internas, porque también es un camino de perfeccionamiento y esa es la gran guerra, la batalla interior que debemos librar hasta el último de nuestros días.

 

Taichi chi kung – El problema de la transliteración de las palabras chinas.

Es necesario aclarar que el idioma chino contiene sonidos que son difíciles de transliterar a lenguas occidentales y por ello existe una clara dificultad para representar algunos sonidos que al oído occidental pueden resultar similares si no idénticos.

La palabra chi no significa lo mismo en  Chi Kung (o Chi Gong) que en Tai Chi Chuan. En el primer caso chideriva de un antiguo ideograma compuesto de dos partes, una superior que indica un fenómeno no visible y una inferior que significa fuego, la combinación da como resultado el concepto de energía en su forma más amplia.  Para la medicina tradicional china el chi puede ser diferenciado en el chi prenatal heredado de los progenitores, es el chi interno o auténtico, y el chi que es  adquirido o posnatal que se conforma a partir del chi del aire que respiramos y de los alimentos.

Por su parte la partícula kung (o gong) significa habilidad o capacidad mediante la práctica de un ejercicio. El chi kung o chi gong entonces es un método para adquirir y desarrollar la capacidad progresiva de dirigir y aumentar el chi auténtico o prenatal. Es decir Chi kung es trabajar la energía. Se realiza a través de ejercicios de concentración y de desconcentración mental, acompañados de técnicas específicas de inmovilidad y movimiento del cuerpo, de relajación y contracción muscular, junto con una específica respiración, siempre sobre  el principio del yin y yang. El chi o fuerza vital es la base de todas las prácticas taoístas,  su circulación deficiente es factor primordial para el surgimiento de las enfermedades.

En Tai Chi Chuan, tai signifca supremo, mayor y chi aquí significa otra cosa, no significa energía como en Chi Kung, porque se trata de otra palabra que podría transliterarse mejor como ji, significa punto extremo, polo, supremo  y puño. Por último chuan significa puño o boxeo. Tai Chi Chuan significa arte supremo del puño o bien boxeo supremo, su práctica incluye e integra también ejercicios de Chi Kung.

En todos los casos, insistimos, el dominio de la mente y la alineación espíritu-mente-cuerpo es fundamental para el desarrollo de esta disciplina.  Un principio del Taichí chi kung enseña que la intención dirige a la mente y el chi la sigue; luego el chi dirige y el cuerpo lo sigue.  Es decir para mover el cuerpo debe utilizarse la intención de la mente, pero esa intención debe ser clara y sincera porque las ofuscaciones y las oscuridades de la mente terminan por expresarse en el cuerpo.

 

En la enseñanza del  Tai Chi Chuan palpita la esencia de la naturaleza

Enseñaba el maestro Lin Chin Sun que debemos observar la naturaleza,  porque la naturaleza es generosa y da todos sus frutos, no se queda con nada para sí, esa es su esencia; del mismo modo el maestro  debe dar todo lo que tiene, tal como recibió de sus propios maestros,  para que a su vez sus discípulos florezcan como nuevos  retoños, es decir en una cadena de transmisión iniciática. Este camino se recorre desde el principio y con humildad, -lo cual tampoco asegura que alguna vez se alcanzará la maestría-, porque la medida del conocimiento no está solamente en el saber exterior y académico del Tai Chi Chuan, o en la destreza física evidenciada en la consumación de las formas, sino también y principalmente está dada por colocarnos en el camino espiritual, el cual desarrollaremos solo cuando tenemos la actitud adecuada.

Estar despiertos, libres de apegos y de ofuscaciones del ego es un síntoma de buena salud espiritual, ese es el objetivo primero y último de toda búsqueda espiritual y la práctica de esta disciplina es un camino personal,  espiritual y de crecimiento interior el cual no finaliza nunca mientras estamos sobre la Tierra.

Parte del crecimiento y del desapego consiste en dar todos los frutos para vaciarse y poder volverse a llenar, y principalmente para que este saber milenario que es en sí una piedra preciosa, se multiplique sobre la faz de la tierra y prospere en el corazón de las personas, porque se ha dicho que se puede saber cuántas semillas contiene una manzana, pero no se puede saber cuántas manzanas podrá dar cada semilla.