Pablo, sos un dramaturgo escritor, actor, licenciado en medios audiovisuales, con una vasta trayectoria, ya has obtenido varios premios en tu carrera, con obras incluso traducidas al inglés y al francés. Ahora ya casi en tu cuarta década llega este nuevo reconocimiento con “Maciel” que ganó el premio 2019 del Ciclo Teatro por la Justicia de Tadrón. Contanos un poco de qué va Maciel.
Maciel es un texto teatral que comencé a concebir hace años, cuando unos amigos periodistas me trajeron unas desgrabaciones y me dijeron “vos tenés que hacer algo con este material”. Era una desgrabación de chicos de la calle de la Isla Maciel que hablaban sobre la posibilidad de hacer un espectáculo para juntar fondos. Había algo en la forma de transmitir de esa gente que me resultó fascinante, algo de lo que sucedía en esos diálogos.
Porque si bien soy escritor mi formación inicial tiene que ver con la dramaturgia donde se escribe con el oído, no con la cabeza ni con el pensamiento, con el oído, con la escucha, con el procesamiento poético del habla coloquial.
A partir de ahí me llevé el material y lo estuve trabajando a lo largo de unos siete años. Así comencé a gestar la idea de Maciel como un espectáculo teatral que se hace en la isla, cuyo director es un policía infiltrado que se enamora de la cabecilla del grupo de los pibes que van a representar la obra y todo termina con un desenlace trágico. Hago una especie de guiño ya que la obra que van a representar es Pericones de (Mauricio) Kartun, mi maestro de dramaturgia. En síntesis, es una historia de amor, unidireccional, en medio de una situación de gatillo fácil.
Metí un montón en la balanza. Hice varias versiones, primero una con todos los personajes, luego lo sinteticé en tres, después fue un monólogo y más tarde volvió a ser tres en la voz de uno. Cuando coquetié con la idea de hacerla el actor que la iba a actuar se fue de gira. Cuando apareció lo de Teatro por la Justicia sentí que la obra podía encajar para ese concurso. Era un concurso muy difícil porque no había segundo premio ni menciones, se seleccionaba una sola obra. Para mí haber ganado fue una gran satisfacción. Parte del premio era la puesta en escena de la obra, y el director seleccionado, Jorge Diez, que me gusta mucho como trabaja, había armado un buen elenco pero con la pandemia no se pudo hacer.
Otra de las cosas que hay que saber más allá de Maciel, y que tiene que ver con la dramaturgia, es que su fin último es la representación. Por eso me apena que por lo menos por ahora no se pueda ver la representación.
La diferencia entre la escritura y la dramaturgia es que el texto es una presentación, pero la dramaturgia es una representación.
Me recuerda el teatro griego que se escribía para ser puesto en escena, no para ser leído. En el teatro se produce una especie de boda alquímica entre el actor y el público, pero el streaming es como un híbrido porque no es ni teatro ni tampoco cine. En este paso desde la puesta en escena hacia el streaming ¿pensás que opera una mutación en la obra?
Totalmente de acuerdo con eso que decís, en un momento el director de esta puesta me propuso reescribir la adaptación para el streaming y le dije que no porque me había costado mucho trabajo escribirla y no podría adaptar algo que había escrito para ser representado, no podría concebirlo de otra manera. Escribir de cero para el streaming podría, pero en realidad no me entusiasma.
Pero no rechacé la idea y como el director también es dramaturgo acepté que la adapte.
Yo hago un teatro metropolitano, para la periferia de la calle Corrientes y es verdad que no tienen acceso desde otras partes del país y del continente, en cambio con la virtualidad cualquiera puede acceder.
¿Considerás que lo conceptual de una obra de teatro opera esencialmente en el formato presencial, que fue pensado para la puesta en escena, para la marcación del director, sos de esa escuela del teatro puro o te parece que de cara al futuro podrías llegar a escribir para el streaming?
Me interesan los nuevos leguajes y la experimentación. Muchos de mis colegas conocieron la palabra streaming este año y yo lo hago desde 2004, no estoy en contra de eso sino de cómo se lo está utilizando ahora. Como por desesperación porque no queda otra, como un paliativo. Lo entiendo y también la pasé mal pero me la banqué. El 14 de marzo de este año estrené un espectáculo presencial y el mismo día lo bajé, tengo récord de estrenar y bajar una obra el mismo día. Todavía no la pude reestrenar, pero no se me ocurre hacerlo solo de modo virtual porque no me interesa que esa obra se transforme en algo que no es.
Creo que la vieja normalidad volverá con aditivos, por ejemplo empecé a dar clases individuales de escritura por Zoom y eso me pareció increíble. Nunca lo había hecho y me cambió la manera de pensar las clases. De ahora en más no voy a dar nunca más un taller presencial de escritura, eso sí lo tomo.
Ahora, respecto del hecho artístico del streaming, que quiere decir transmisión, quiere decir en vivo y en directo, eso es algo que ya hace la televisión. No se inventó nada, no se puede decir esto es nuevo ni que sea un nuevo lenguaje. Es todo una fantochada lo que se está haciendo y no lo digo desde un lugar híper analógico o porque soy un señor grande, no, porque yo hago esto desde hace un montón de tiempo, están mintiendo porque no hay nada nuevo. Buscamos recursos para mitigar la angustia y para generar ingresos, pero me parece que no hay nada todavía y yo tampoco soy capaz de decir qué se debería hacer con eso, simplemente digo que cada uno haga lo suyo, yo tengo en claro cuáles son los formatos que a mí me interesa seguir utilizando.
Claro, en Punto Muerto ya habías hecho una trasmisión por Internet pero era teatro trasmitido.
Era una cámara fija con streaming, solo la transmisión, y pasó que gente de Tierra del Fuego y del norte del país estaban muy agradecidos de poder vivir esa experiencia singular. Yo estoy a favor de todas estas cuestiones que aparecen ahora con esta coyuntura horrible y que suman, que no reemplazan ni son paliativos. Hay un chiste entre los colegas que dice el año que viene cuando todo esto pase vamos a decir cuánta pavada que hicimos por streaming por desesperación o por necesidad. Pienso que con respecto al teatro el streaming es una herramienta más que el teatro va a absorber por su condición inmortal y milenaria que tiene, pero no creo que sea un nuevo lenguaje.
¿Cuándo podremos ver Maciel?
Ahora lo están editando. Todavía no lo vi y me da la sensación de que voy a tener que abrir mucho la mente para aceptarlo porque no es lo que yo planteé.
Pasa cuando uno entrega un texto a otro director o directora, es como una relación de dos, a veces te llevás bien y a veces mal. Por ahí yo hago un texto, se lo doy al director/a y después no me gusta lo que hace, o bien otro director hace algo mejor de lo que yo me hubiera imaginado. En esa cópula gozosa ficcional te puede ir bien o te puede ir mal, en este caso seguramente vaya bien.
Hoy la práctica discursiva en Internet hace que las personas muestren de sí aquello que recortan para exponer, las personas muestran su mejor parte. ¿Pensás que con una obra de teatro pasa lo mismo, sufre el efecto recorte a criterio de quien la adaptó para el streaming?
Estoy de acuerdo con lo que decís vos, yo en Instagram soy absolutamente feliz, exitoso y hasta lindo. Nunca pongo una foto mía sin lavarme la cara ni digo que mal día que tengo hoy estoy melancólico porque estoy encerrado en mi casa. Eso es cierto, el teatro lo que tiene de fascinante es que puede ser la combinatoria de todo eso, puedo poner mis zonas más oscuras y hacerlo en tono de comedia y que eso funcione. Por supuesto que hay recortes, y eso tiene que ver con darle estatura mítica y además estamos trabajando sobre lo ficcional. Hoy está muy de moda la cultura del yo. Puedo tomar cosas de mi vida personal pero mucho está generado por la ficción que es lo que más me divierte y me apasiona.
Luego esos recortes puestos en ese formato de Internet…no sé, creo que es muy prematuro. Es algo nuevo, es un híbrido y estamos en el medio del ojo de la tormenta, el tiempo va a decir qué fue todo esto que no es teatro ni cine ni televisión ni cortometraje. Es algo que apareció, no tiene nombre y es muy difícil poder hablar sobre algo que ni siquiera se puede enunciar. No sé qué va a pasar.
Una obra de teatro es como un ser vivo que nace y muere en cada representación y no hay dos representaciones iguales, en cambio el streaming es como una representación en serie, lo vas a ver todos los días y es igual, esa también es otra diferencia.
Esa es la gran diferencia del teatro con las otras ramas del arte.
La ficción teatral es un hecho único e irrepetible que es fascinante y esa propia limitación es su gran virtud. El teatro es paradójico y en ese sentido es maravilloso. De todas las ramas de la escritura que abarco, el teatro me sigue resultando la más apasionante justamente por esa paradoja.
Volviendo a Maciel, y pensando también que en la obra está el autor y que si bien hay un hilo de plata que conecta todas sus obras, siempre hay algo particular que quiere decir en cada una de ellas. ¿Cómo conectaste con esta historia, qué cuerda vibró en vos?
Es una pregunta difícil porque hay un montón de cosas que se ponen en juego a la hora de tomar esa decisión, a mí me movilizan mucho tanto en Maciel como en muchas de mis otras obras la falta de sorpresa y de conmoción frente a las injusticias, frente a los hechos violentos sociales diarios que vivimos. Puede parecer naif dicho así, pero me pasa, uno lee covid 10.000 muertos, asesinaron a tantos, etc. Leemos números, con una frialdad terrible. Eso es algo que me desestabiliza permanentemente. Tengo esa mirada. La situación de estos pibes de la calle que tienen entre 13 y 17 años, son recontra tumberos y delincuentes que están intentando salir de esa vida, pero les ponen palos en la rueda y finalmente no pueden salir. No los estoy romantizando, pero no tengo otro modo de defenderme de esas cosas que me duelen tanto, que es lo social y el único escudo que tengo es el arte, sino me desestabiliza mucho. Esas son las cosas que me mueven, no solo en Maciel, y son preguntas no tienen respuesta para mí por ahora y es por eso que la estoy buscando.
Yo sé que todas mis obras tienen como una pregunta en común, pero para mí todavía es una pregunta, y la respuesta no sé cuál es.
Estamos en una sociedad donde hasta lo más horroroso está normalizado.
Eso mismo, yo no puedo naturalizarlo, desde el discurso puede sonar categórico, común, complaciente, pero a mí me hace mal físicamente. Si no tuviera la posibilidad de escribir yo creo que la pasaría muy mal.
Para eso está el artista, para mostrarnos esas cosas de la sociedad que tal vez no vemos o naturalizamos, y esa es también la función del artista porque actúa como un despertador social.
Tenemos que seguir confiando y tener esperanza en la raza humana; nuestras obras son por lo general eso, como cachetazos, aunque el género sea comedia.
La novela que tuve la suerte de publicar hace dos años (Febrero lluvioso), se la podría pensar como analogía de la película Un día de furia. Tiene que ver con eso y me resultaría más gratificante en otros aspectos escribir cosas más complacientes, pero no me sale, no sería sincero ni verdadero. En términos de escritura es muy importante lo verosímil, no importa el formato en el que se que hable. Lo verosímil tiene que ver con la verdad, sino soy un fantoche.
Claro, cualquiera de nosotros puede ser un personaje de tu obra, lo verosímil es lo que hace universal del artista. Hablando de personajes, cuando se representa una obra tuya como dramaturgo ¿vas a los ensayos? ¿le das indicaciones al director o preferís dejarlo y ver qué hace?
En principio hay dos vertientes a tener en cuenta. La gran mayoría de los espectáculos que nacieron de textos míos y que ya están estrenados, que son más de quince, la mayoría los dirigí yo.
Cuando no los dirijo me entrego, como te decía antes, es una relación de dos, una cópula gozosa amorosa, me entrego y después vemos si me trataste bien o mal. Me encanta ir a los ensayos, me encanta que me inviten y opinar. Por lo general no te invitan porque el autor es una figura de peso, yo les digo que es alrevés que me inviten de entrada, no al ensayo general cuando solamente puedo decir si me gustó o no me gustó. Pero no soy fiscalizador en ese sentido. El texto se puede ablandar con los actores, eso sí, pero mi límite es que no me cambien el sentido de la pieza, porque ahí te saco los derechos, te saco el saludo, todo.
Ahora cuando dirijo yo es una tarea medio esquizoide que me resulta divertida porque les pregunto a los actores qué les parece que quiso contar el autor, y les digo aprovechen que el autor está vivo y le pueden preguntar…
Pero también me gusta cuando no sé cómo poner en escena un texto, entonces quito la parte mía de autor y me pongo a investigar en un nuevo lenguaje escénico y de ahí puedo sacar algo bueno. Esto de hecho lo descubrí dirigiendo textos de otros; soy mejor director de textos ajenos que propios.
Me ha pasado con El baile del pollito que fue mi tercer espectáculo, un texto muy premiado del que se había hablado tanto que cuando lo puse en escena ni yo me permití cuestionarlo. Pero resultó que la puesta en escena mía había quedado muy por debajo de lo que era la obra, así que para el reestreno decidí cambiar todo. Con eso aprendí mucho ya que son distintas las instancias de creación.
En cuanto a las actrices y actores que van a representar tus textos ¿tenés exigencias o preferencias de personas en concreto?
En principio por supuesto hay un physique du rôle que se debe cumplir, pero luego lo que busco es personas muy activas. Están los que proponen mucho y los que se paran y te dicen decime qué hago, soy super obediente. Eso depende mucho del tipo de director o directora que uno sea. A mí me gusta el actor/actriz que propone, el director tiene que tener la capacidad de saber seleccionar entre las diferentes propuestas.
Con el tiempo vas aprendiendo a conocer a los actores y actrices y sabés con cuáles vas a tener convivencia buena cuando los procesos son largos, quiénes te van a remar cuando los momentos sean malos o a quiénes no se les va a subir a la cabeza cuando los momentos sean buenos.
Pero yo no escribo para actores. Escribo primero y pienso en los actores después.
¿De acá hacia el futuro qué planes tenés? ¿Vas a estrenar la obra que levantaste en marzo?
En esta pandemia no me quedó otra que controlar la ansiedad, lo que te puedo decir con certeza es lo que voy a hacer hoy a la tarde y tal vez mañana a la mañana, pero no sé qué voy a hacer mañana a la tarde.
Tenía planes para cine, televisión y teatro y desaparecieron. No es que se pusieron en stand by, es más grave, se desbarataron absolutamente y no sé si se van a reconstruir.
En mis planes para el año que viene está reestrenar la obra, pero ni siquiera sé si se va a poder en esta situación epidemiológica. Sé que voy a retomar mis clases virtuales de escritura. Sigo escribiendo y tengo algunos proyectos que tienen más que ver con lo audiovisual que con el teatro, pero hasta que no esté firmado algo tampoco lo puedo asegurar.
Lo único que sé es que voy a seguir escribiendo porque no puedo prescindir de ello. Pase lo que pase mientras me den la cabeza y los dedos, para mí es físico, no es ni cultural ni político ni de proyección de mi carrera, es físico. Es una necesidad física de escribir diariamente. Después hago todo el esfuerzo posible para que eso se convierta en un trabajo rentado. Porque es lo único que me interesa hacer y es lo único que hago bien, soy un desastre para un montón de otras cosas, apenas sé cambiar una rueda del auto y una lamparita, nada más. Pero escribo aunque vengan 200 cepas nuevas de covid, mientras me den la cabeza y las manos tengo que escribir.
En la pandemia nos vimos en una situación de repliegue que hizo salir muchas cosas, o que destapó lo que ya era y vos seguís siendo escritor que es lo que genuinamente sos y vas a seguir escribiendo con pandemia o sin…
Claro pueden cambiar los temas, el tono o las formas. En un momento estaba tan detenido en el presente y tan oscuro veía el futuro, -yo de por sí tengo una tendencia a la melancolía-, que estaba en una revisión del pasado, creo que le pasó a todos no solo en mí, pero al final yo todo eso lo transformo en escritura. Eso ya lo venía haciendo y ahora lo hice con un poco más de fervor.
Quién sabe en qué se mutará mi escritura a partir de toda esta vivencia, hoy todavía no lo tengo en claro. Como te decía antes, estamos en el ojo de la tormenta, pero estoy seguro de que va a ser algo piola porque va a ser algo sinérgico, algo nuevo.
Ahora hay también nuevos temas sobre la mesa que nos llevan a repensar adónde vamos como especie. Empezamos el año con el incendio de Australia y nos iban informando la cantidad de animales muertos y después no empezaron a informar la cantidad de personas muertas. Estuvimos todo el año contando muertos.
Ahora aparecen nuevos temas y puede que alguien escriba el monólogo del barbijo sólo para facturar, pero eso pasará. Hay que saber escuchar, yo digo que escribo con el oído, hay que escuchar al planeta porque parece que no quisiéramos escuchar lo que está pasando. Los artistas estamos acá para esperar que la ola baje, ver que nos deja la espuma y empezar a reflexionar críticamente.
Biografía
Pablo Iglesias (1971), Argentina. Es actor, escritor, guionista, dramaturgo, director de teatro y docente. También es licenciado en medios audiovisuales.
En teatro tiene estrenadas más de quince de sus piezas teatrales por las cuales recibió varios premios, entre las que se destacan “El baile del pollito” “La constancia del viento”, ”Hambre” y “Rocanrol” .
En TV colaboró autoralmente para varios programas entre los que se destacan “Farsantes”, “Las estrellas” y “Por amarte así”. Algunas de sus obras fueron publicadas y traducidas al inglés y francés.
En narrativa obtuvo varios premios y menciones con algunos de sus cuentos “Febrero lluvioso” es su primera novela que se está adaptando a cine. Dicta clases de escritura creativa desde 2007.