La palabra “inalienable” viene del latín y significa “algo que no puede enajenarse”.   Su dominio es intransferible.   No se puede vender o ceder de manera legal ni ética.

Es un concepto duro del derecho y se refiere a los derechos fundamentales, ya que forman parte de la esencia misma de una persona.

Por lo tanto, son irrenunciables. Estos derechos humanos le pertenecen por el solo hecho de ser especie humana.

Desde que nace, el ser humano es acreedor, son innatos y no existe orden jurídico posible o castigo que pueda privarlo de estos derechos.

El derecho a la libertad de expresión se define en 1948 en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Sin embargo, desde la Ilustración este concepto encuentra eco en filósofos como Voltaire, Montesquieu y Rousseau.

Un mundo lleno de hombres libres traería un avance significativo en las artes, las ciencias y la política.

Tan importante es la libertad de expresión que forma parte de los ideales de la Revolución Francesa y de la Independencia de los Estados Unidos de América.

Ideal, junto con la Libertad, la Fraternidad y la Igualdad, provenientes del ideario masónico y que impulsó todos los movimientos Republicanos y Democráticos desde el Siglo XVIII.

La libertad de expresión es un Derecho Natural ya que es particular de la condición humana.

Son Universales y Superiores a cualquier orden jurídico.

Tiene antecedentes antiguos entre Platón y Aristóteles, aunque la primera formulación proviene de la Escuela de Salamanca del Siglo de Oro Español.

Este derecho descansa en la ética.    Es un derecho subjetivo, y la garantía de una opinión pública libre, sin la cual la Democracia sería una quimera. Está en la esencia misma del sistema democrático.

El libre fluir de pensamientos y opiniones e información, permite reflexionar y posicionarse frente a los mismos.

Dijo Sánchez González: “La historia de la humanidad puede describirse como la historia de la represión a la expresión”.

En Inglaterra en 1644 se publica “Aeropagético” de John Milton, defensor de la libertad, esta obra supone el alegato más contundente de la época frente a la censura.

El libre intercambio de ideas y opiniones es requisito ineludible para el progreso del conocimiento y la búsqueda de la Verdad. Presupone la libertad de conciencia y la libertad intelectual en general.

Son el Gobierno y la Iglesia, por el poder que representan, los que interfieren en la libertad de las ideas y la construcción de la “Verdad”.

En USA fue Jefferson al decir que la libertad de prensa es fundamental: ilustra al pueblo y sirve de control de la actuación del Gobierno.

Jefferson es “Miltoniano” respecto de apoyar el libre fluir de ideas para acceder a la verdad.

En el siglo XIX John Stuart Mill es tributario del pensamiento liberal.

Para este autor no existen verdades absolutas: lo que hoy es cierto mañana puede no serlo. Por lo tanto, no puede silenciarse ninguna idea ni opinión.

“De la discusión sale la luz”

Ya en el siglo XX en USA valoran la libertad como fin y como medio: la mayor amenaza es un pueblo inerte y el debate público es un deber político.

 

Otros artículos sobre Ética y Dignidad Humana…