¡Mujer, despierta!; el arrebato de la razón se hace oír en todo el universo; reconoce tus derechos. El potente imperio de la naturaleza ha dejado de estar rodeado de prejuicios, fanatismo, superstición y mentiras. La antorcha de la verdad ha disipado todas las nubes de la necedad y la usurpación. El hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha necesitado apelar a las tuyas para romper sus cadenas. Pero una vez en libertad, ha sido injusto con su compañera. ¡Oh, mujeres!, ¡mujeres!, ¿cuándo dejaréis de estar ciegas?, ¿qué ventajas habéis obtenido de la revolución?: un desprecio más marcado, un desdén más visible. […] Cualesquiera sean los obstáculos que os opongan, podéis superarlos; os basta con desearlo.

Olympe de Gouges, Declaracíón de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, epílogo. 

 

Nacida como Marie Gouze en Montauban, Occitania en 1748 circa, fue dada en matrimonio a la edad de 14 años quedando precozmente viuda y con un hijo.  Dotada de una inteligencia preclara y profunda, se sumerge en el estudio de los ideales iluministas revolucionarios y se aboca a la escritura.  Es autora de 42 piezas teatrales, 29 novelas y de una serie innumerable de discursos, manifiestos y artículos en diarios y panfletos.

Autodidacta, mujer de gran creatividad, belleza y coraje, forma parte quienes son llamadas “heroínas del feminismo revolucionario”. Quienes a su manera, desearon intervenir en los sucesos de su época, mujeres que tomaron conciencia de la exclusión y la opresión y que levantaron la voz para exigir un papel más digno en la sociedad.

Olympe es considerada en la actualidad como una destacada humanista y feminista del fin del siglo XVIII. El ápice de su proficua labor está representado, sin duda, por la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, publicado en 1791,  texto que pasó inadvertido en su tiempo pero que está imbuido de una preclara mentalidad moderna que aún hoy se proyecta como la más clara crítica al pretendido universalismo de la Declaración de los Derechos de Hombre y del Ciudadano publicado dos años atrás en 1789.

Trasladada a Paris, se une con un alto funcionario de la Marina, Jacques Bietrix de Roziéres pero sin casarse pues era hostil a toda convención social.  Allí inicia a frecuentar los salones intelectuales  de su tiempo  y conoce a otras mujeres ávidas de reflexión política, como Sophie Marie Louise de Grouchy, esposa del marqués de Condorcet y animadora del salón más progresista y avanzado del período revolucionario.

Olympe de Gouges era una mujer espiritual y generosa para algunos, inquieta e insolente para otros. Se dice que, para ella, todo era posible con un poco de voluntad. Sin embargo, por sus obras de teatro, escritos, discursos y sus acciones Olympe era una anarquista sin bando. Como todas las mujeres de su época, Olympe había sido excluida de todo aprendizaje y educación: al principio dictaba sus obras pues no sabía escribir, después se convirtió en “una mujer de letras”.

A través de sus escritos subvierte todo estereotipo femenino a punto que fue objeto de acusaciones infames y mendaces como de ser una “cortesana”, una “prostituta” o bien una “loca” afligida de “paranoia reformista”

En el nacimiento de la nueva sociedad del S XVIII y de la nueva nación pos Revolución para  Olympe de Gouges es necesario que concurran hombres y mujeres juntos, en un pie de igualdad en sus diferencias.   Ella propone una inclusión en la categoría “universal” entendiendo a palabra “mujer”  en un sentido también genérico como la palabra “hombre” usada por los revolucionarios

De Gouges prefigura y lucha por una forma de ciudadanía diferente e inclusiva que pueda acoger en su seno a todas las personas que hasta entonces eran excluidas,  mujeres en primer lugar, pero también niños, ancianos, indigentes, afrodescendientes y esclavos.

Su Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana indica la superación de la sociedad patriarcal, la autonomía moral, intelectual, política y económica y conlleva la aspiración a un nuevo pacto de cooperación a fin de abolir toda condición de sojuzgamiento de la mujer.

La Obra de Olympe de Gouges es un clásico que plantea propuestas teóricas que tienen una enorme actualidad, su punto de vista feminista revela una mirada diferente en la transformación social.

Sus escritos dejan ya entrever un modo muy diverso de construir la autoridad y de estructurar el derecho.  Su obra nos interpela aún hoy sobre las prácticas de discriminación y sus dispositivos de desigualdad, y nos urge a continuar a imaginando y a luchar por una sociedad libre, inclusiva, solidaria y no violenta, hecha de mujeres y hombres al mismo tiempo diversos pero iguales en poderes y derechos.  Nótese que el artículo VIII es un claro antecedente del art. 18 del la Constitución Nacional de la República Argentina.

Gouges es la expresión activa de la intervención en el seno del cánon filosófico iusnaturalísta, tomando distancia de Hobbes, Locke y Kant para quienes la subordinación de la mujer al varón está determinada por un factor natural. Ella nos conmina aún hoy a cuestionar nuestro presente, el orden jurídico, político, social y económico.

En el artículo XI pone el acento en los obstáculos que impiden una plana realización de la libertad e igualdad de las mujeres. Vincula su Declaración  a un modelo de “contrato conyugal” que regula la relación en una base paritaria estableciendo un nuevo modelo social donde los derechos de la mujer redundarán en una ampliación de las bases de una sociedad más justa y libre.

Olimpia condenó abiertamente el ascenso al poder de Robespierre y el giro  sanguinario y revanchista que había tomado la Revolució,  denuncia las masacres de septiembre y reprocha a Robespierre, reprimir a los intelectuales.

Estas declaracions le valieron ser acusada de atentar contra la República y la soberanía del pueblo y de “haber olvidado las virtudes que le competen a su sexo”. rabajo de ingeniero con el Duqe de Orleans. El 20 de julio de 1793, Olympe es detenida. Acusada de conspirar contra la República, única e indivisible, en su última pieza de teatro llamada: “Las tres urnas o La Salud de la Patria por un viajero aéreo”, Olympe propone la organización de un plebiscito. Los ciudadanos deberían dar su voto para escoger entre el gobierno republicano, el federal o la monarquía. La Constitución había sido votada y esto, para la clase en el poder, constituía una provocación, mientras que para Olympe era “la esperanza de evitar la guerra civil”.

Esa postura le costó encarcelamiento en agosto de 1793. Posteriormente, fue condenada por un tribunal revolucionario de apoyar a los Girondinos, fue guillotinada el 3 de noviembre de 1793. Su verdugo contó que solicitó un espejo y aspirar, antes de morir, un ramo de violetas. Sus últimas palabras fueron: “¿Fatal deseo de la renombrada Olympe, por qué yo quise ser alguna cosa?

Y no fue sino hasta finales de la Segunda Guerra Mundial, que la figura de Olympe de Gouges se recuperó como una de las grandes figuras humanistas de Francia de finales del S.XVIII.