Ciudad de Posadas, Misiones, Argentina.

La conservación y la preservación de la diversidad de la vida – o biodiversidad- son unos de los desafíos más importantes que actualmente tiene que afrontar la humanidad, en atención a que el ritmo con que se está produciendo la extinción de especies es alarmante. En ello, es indiscutible el efecto que las diferentes actividades humanas tienen sobre este fenómeno.

No se conoce la totalidad de las especies que existen en nuestro planeta, pero, según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cada día desaparecen 100 especies de la faz de la tierra, lo que dimensiona la gravedad de la situación.

Uno de los principales hitos en la toma de conciencia sobre la importancia de la Biodiversidad tuvo lugar en 1992, cuando se presentó en la “Cumbre de Río”, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED), el texto del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) que define a la Diversidad Biológica como “…la variabilidad entre organismos vivientes de todo tipo u origen, incluyendo, entre otros, ecosistemas terrestres, marinos y otros sistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los cuales ellos forman parte. Esto incluye diversidad dentro de las especies (genética), entre especies (específica) y de ecosistemas”.

El uso constante de espacios públicos y las actividades de consumo producen una instancia de crisis ambiental. El metabolismo urbano tiene su ritmo y también su costo.

Sabemos que la integridad de los ecosistemas urbanos se define en buena medida por la integridad de las comunidades que allí habitan. Territorialmente las ciudades poseen zonas y sectores de características diferentes en cuanto a su componente ambiental y social.

El cambio de uso del suelo es una de las causas más importantes en la alteración de la diversidad biológica y su continuidad dependerá de la cantidad de suelo que aún sigue siendo permeable, del número de árboles que continúan en pie, la disponibilidad de agua superficial y subterránea libre de contaminantes, el aire puro, las aves y las mariposas junto con abejas que completan un paisaje dinámico y en equilibrio con los requerimientos que las comunidades humanas, animales y vegetales necesitan para sostener la vida en la tierra.

Por ejemplo, solo mencionando algunos pocos grupos biológicos, en la costa del Paraná, los arroyos de Posadas cerca del centro, de Garupá, o de Corrientes, tenemos que hablar de centenares de individuos y especies que la caracterizan. Cada sitio posee una estructura vegetal característica que ofrece hábitat y nicho a otras especies vegetales y animales.

Si al delicado equilibrio que requiere el desarrollo de los grupos biológicos de cada ecosistema, le sumamos las intervenciones humanas como las autovías, la generación de residuos, la construcción y remodelación de residencias familiares, los comercios, las instituciones, el consumo de productos y servicios, observamos que el uso constante de espacios públicos y las actividades de consumo producen una instancia de crisis ambiental. El metabolismo urbano tiene su ritmo y también su costo.

Los estudios demuestras que se torna necesario la solidaridad, el compromiso y la conciencia de la comunidad, tomando cada ciudadano conciencia de su rol como vecino frentista, consorcista, comerciante o miembro de las instituciones privadas para que los espacios públicos en la ciudad se conviertan en espacios vivos y ambientalmente seguros.

La dirección y el tono que está tomando la situación ambiental a nivel local, regional y mundial demuestran que el ritmo cotidiano de la vida en las urbes requiera de la responsabilidad individual en cuanto a la sustentabilidad.

Por lo tanto, es imperioso el llamado a pensar en seguridad ambiental y responsabilidad social a nivel local. Es necesario saber cómo interactúan las personas con el medio ambiente, qué significan los recursos que tenemos en nuestro espacio público, y qué acciones concretas podemos llegar a implementar.

La Declaración de Río de Janeiro de 1992 sostiene que la mejor manera de tratar las cuestiones de medio ambiente es asegurar la participación de todos los ciudadanos involucrados, para ello, en las estrategias se deben involucran todos los entes sociales que cohabitan en el entorno a preservar.

En ese sentido, la educación y concientización son herramientas fundamentales para la preservación de la diversidad, es por eso que saber que la unidad de espacio público más pequeña es “la vereda del lote frentista”, resulta fundamental para que el vecino propietario de dicho lote se comprometa y tome conciencia de su responsabilidad para la preservación y conservación de la biodiversidad local.

El ejemplo del Municipio de la Ciudad de Posadas

En un estudio llevado a cabo por profesionales de la Municipalidad de Posadas, de la Secretaría de Obras y Servicios Públicos, realizados en el microcentro durante los meses de marzo y abril de 2021 se tomaron 106 puntos de muestro detectando situaciones de riesgo ambiental que podrían remediarse y así prevenir futuros conflictos socio-ambientales como caída de árboles, accidentes viales, peatonales, incendios, y otros relacionados con cables y electricidad.

La prevención del riesgo ambiental se lleva a cabo en general a partir de iniciativas del estado municipal, pero los estudios demuestras que se torna necesario la solidaridad, el compromiso y la conciencia de la comunidad, tomando cada ciudadano conciencia de su rol como vecino frentista, consorcista, comerciante o miembro de las instituciones privadas para que los espacios públicos en la ciudad se conviertan en espacios vivos y ambientalmente seguros.

Es por eso que desde el Municipio nos preguntamos ¿Qué medidas y acciones se pueden llevar a cabo desde el gobierno local y desde la comunidad? Y también ¿cómo podemos convocar a los vecinos y ciudadanos para que se comprometan con la preservación de la diversidad en los espacios públicos?

Algunas de las propuestas que surgieron y que se trabajaron fueron:

  • Trabajar para eliminar de las veredas baches y escombros o baldosas sueltas,
  • Fomentar canteros sanos con suelo fértil que aseguren la supervivencia de especies vegetales de tamaño adecuada para ese ancho de vereda,
  • Poseer un árbol cada 8 metros de lote frentista según Ordenanza Rama VI N° 28 Plan Forestal Urbano,
  • Árboles desprovistos de ramas muertas, ramas cruzadas, clavos, carteles, alambres, cestos de residuos,
  • Contactar a los responsables de los servicios de agua, electricidad e internet en caso de desperfectos, cables sueltos, etc.,
  • Servirse y contactar a técnicos y profesionales en las áreas de poda y jardinería para el tratamiento adecuado de los recursos naturales bajo la responsabilidad de los ciudadanos
  • Disponer adecuadamente de los residuos en los contenedores diferenciales reciclables por un lado y domiciliarios no reciclables por el otro.
  • Comunicar a los ciudadanos que se encuentra a disposición la fan page de Seguridad Ambiental, dentro de la cual se reúnen la capacitación, concientización y detección de riesgos ambientales en los espacios públicos de Posadas.
  • Informar que la misión del área de Seguridad Ambiental es proveer los medios para que los espacios públicos cumplan con sus funciones fundamentales como lo son propiciar el encuentro, la calma y la contemplación, como así también oxígeno, sombra, colores, sonidos y perfumes que inunden los sentidos y promuevan valores socio-culturales que propicien ciudades sustentables y poblaciones sanas.

Por otro lado, el Municipio de Posadas desde el 12 de mayo dio inicio a la tercera edición del curso Responsable Ambiental Voluntario en el que a través de 6 encuentros se instruye para aprehender sobre las dinámicas ecosistémicas urbanas en el rol de vecinos habitantes de las mismas.

Con el ejemplo de la Ciudad de Posadas, podemos destacar que cada acción, cada paso que desde la ciudadanía podamos hacer para la preservación de la biodiversidad, estaremos ayudando a mitigar la crisis ambiental que nos afecta a todos y cada uno de los que habitamos este planeta, tomando para ello las palabras de Gonzalo Halffter: “La situación excepcional a que nos enfrentamos deriva de la acción del hombre: el ritmo de extinción excede de lejos al de especiación (…) Si la tierra es repoblada después de la presente crisis al mismo ritmo que se recuperó después de la extinción masiva de fines del Cretácico, tomará de 20 a 30 millones de años alcanzar el número de especies actualmente presentes”.

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